El Discurso de Despedida de Washington: Profecía y Principios para una República Joven

GEORGE WASHINGTON

El 17 de septiembre de 1796, George Washington, próximo a concluir su segunda presidencia (1793-1797), dirigió al pueblo estadounidense un documento, una carta, que trascendería su época: su Discurso de Despedida, George Washington's Farewell Address. Lejos de ser un simple adiós, este texto constituye un profundo testamento político, una advertencia fundamentada sobre los peligros que amenazaban la permanencia de la joven república. Su visión, que en muchos aspectos resultó profética, estableció los principios cardinales de la política exterior y un severo correctivo contra los vicios de la lucha partidista, temas de vigencia palmaria en el contexto político contemporáneo.

Análisis Estructural y Contenido Programático

El discurso puede segmentarse en capítulos temáticos que reflejan la sistematicidad de su pensamiento.

  1. La Unión Nacional como Pilar Fundamental: Washington dedica los primeros párrafos a exaltar la Unión como "columna principal del edificio de vuestra verdadera independencia". Advierte que "los enemigos interiores y exteriores" trabajarán insidiosamente para debilitar la convicción en este principio. Su llamado es a una "adhesión cordial, habitual e inconmovible" a la nación por encima de los intereses locales o sectarios, contemplando "con indignación" cualquier intento secesionista.
  2. Los Peligros del Espíritu de Partido: Este es el núcleo de su advertencia política. Washington reconoce que en gobiernos monárquicos el partidismo podría ser tolerable, pero en una república popular es un espíritu que "no debe alentarse". Lo describe como una "chispa" que requiere "vigilancia continuada, para impedir que estalle en llamas". Preveía que los partidos, guiados por el "espíritu de facción", se convertirían en instrumentos para "minar la energía del sistema" y concentrar el poder, debilitando la Constitución que no pudieran derrocar directamente.
  3. La Defensa del Orden Constitucional y la Separación de Poderes: Insiste en que la base del sistema es el derecho del pueblo a alterar su gobierno, pero mediante la enmienda constitucional, nunca mediante la "usurpación". Alertaba sobre la tendencia a que un departamento de gobierno usurpe las funciones de otro, lo que conduce a un "verdadero despotismo", cualquiera que sea la forma nominal del gobierno.
  4. Pilares Morales y Educación: Washington afirma sin ambages que "la religión y la moral son apoyos indispensables" del bienestar político y que "la virtud o la moralidad es un necesario resorte del gobierno popular". Subraya la importancia de la educación para "iluminar la opinión pública", entendiendo que una ciudadanía ilustrada es el baluarte último de la libertad.
  5. Política Exterior: Independencia e Imparcialidad: En tal vez su advertencia más célebre, aboga por una política exterior basada en la "menor vinculación política posible". Recomienda "abstenerse de las antipatías permanentes" y de las "adhesiones apasionadas" a otras naciones, pues quien la profesa es en cierta medida "una esclava". Aboga por alianzas temporales en casos de emergencia, pero rechaza las permanentes, anticipando los riesgos de quedar atrapado en los conflictos e intereses ajenos.

Vigencia Profética y Paralelos Contemporáneos

La clarividencia del discurso resulta asombrosa al contrastarla con realidades actuales.

  • Hiperpartidismo y Polarización: La "llama" que Washington temía consume hoy el debate político en muchas democracias. El espíritu de partido, que debería ser un medio de deliberación, se ha convertido con frecuencia en un fin en sí mismo, donde la lealtad al partido, al clan, a la tribu, prima sobre el interés nacional, paralizando instituciones y erosionando la confianza pública.
  • Corrupción y Falta de Representatividad: Washington alertaba sobre la usurpación y la debilidad de un gobierno que no puede contener a las facciones. Sistemas con listas cerradas y disciplina de voto férrea son una manifestación moderna de este problema, donde los representantes deben lealtad absoluta a la cúpula del partido y no a sus electores, creando un déficit democrático y abriendo la puerta a prácticas clientelares y de corrupción.
  • Influencia Extranjera: Sus advertencias sobre el peligro de las "adhesiones apasionadas" y la "influencia extraña" resuenan en una era de ciberguerra y campañas de desinformación, donde potencias extranjeras buscan influir en procesos electorales y dividir a las naciones desde dentro.

Contexto Histórico y Génesis del Discurso

La redacción de este discurso no fue un acto espontáneo, sino la culminación de una decisión estratégica y meditada.

  1. La Decisión de No postularse a la Reelección: Washington, agotado por las luchas partidistas y consciente de que su permanencia indefinida podía sentar un precedente monárquico, estaba decidido a retirarse. Su renuncia voluntaria al poder estableció la tradición del límite de mandatos (luego consagrada en la 22ª Enmienda) y demostró que, en la república estadounidense, las instituciones eran más importantes que cualquier individuo. También como ejemplo de transición pacífica al retirarse a la vida civil antes de la finalización del mandato.
  2. No fue un "Discurso del Estado de la Unión", sino un Mensaje Directo al Pueblo: Este documento no se trata de un discurso oral ante el Congreso, sino una carta publicada en la prensa. Fue un acto deliberado para eludir a la clase política y apelar directamente a la ciudadanía, consolidando su legado y principios en la conciencia nacional.
  3. La Intervención de Hamilton: Si bien las ideas y la autoría intelectual son indudablemente de Washington, la elocuencia y estructura del texto deben mucho a Alexander Hamilton (1757-1804). Washington le entregó un borrador inicial de 1792 (escrito con James Madison (1735-1826) 1er vicepresidente y 2º presidente) y sus propias notas. Hamilton, con su genio literario y político, compuso dos borradores que Washington luego pulió. Fue una colaboración donde la visión del presidente encontró en la pluma de Hamilton su expresión más poderosa y duradera.

Conclusión: La Calidad de un Testamento Político

El Discurso de Despedida posee la categoría de un clásico de la teoría política. No es un mero recuento de logros, sino un manual de principios de gobierno. Su calidad reside en su capacidad para diagnosticar, con siglos de anticipación, las tensiones permanentes de un sistema republicano: el equilibrio entre la libertad y el orden, entre la lealtad partidaria y el bien común, entre el compromiso internacional y la soberanía nacional.

Al leerlo hoy, no se lee un documento histórico arcaico, sino un espejo que refleja los desafíos perennes de la democracia, recordándonos que la preservación de la república requiere, ahora como entonces, de virtud cívica, vigilancia constante y una lealtad inquebrantable a la Constitución por encima de cualquier facción.