QUO VADIS, FEIJÓO?

Quo Vadis Feijóo

Si la alternativa a un Sánchez abandonado por sus socios de coalición al que solo le queda la complaciente Yolanda Díaz, aun a costa de romper todo lo que se mueve a la izquierda del PSOE, desengañado ese extremo con el que iba a ser el Gobierno más progresista de la historia que venía a solucionarlo todo, todo, todo, es un Feijóo del que no se sabe si viene o si va, parece que lo que España se merece es que gobiernen de una vez los trogloditas, a ver si aprendemos lo que es bueno…

La democracia es lo que tiene: que se vota más o menos libremente. En base a lo que de dicta la razón, algunas veces, las menos, o lo que manda la víscera, las más, y luego ya no hay marcha atrás. Al menos hasta que termine el periodo de un mandato. Y te tienes que conformar con lo que entre todos hemos decidido por mucho que uno personalmente no esté de acuerdo con la mayoría. Pero es la mayoría, amigo, y así funciona, salvo ilegalidades. Y a veces, ni por esas…

El problema viene, de añadido, cuando la supuesta alternativa da más bandazos que un coche de choque en hora punta en la feria. Porque esto es lo que, aparentemente, le está pasando a un Partido Popular que, en lugar de ir afianzando en base a los errores y faltas de los socialistas su posibilidad de ser gobierno serio y de confianza, se está coinvirtiendo en todo un misterio envuelto en una incógnita: un enigma de los buenos, óigame. Y es que las últimas estrategias de los populares lo dejan a uno ojiplático cuando son capaces de una cosa y la contraria sin alterarse lo más mínimo. Misterios de alta política serán, que no se lo niego. O necesidades perentorias que se solucionan con lo primero que se tiene a mano, algo que, a la larga, pocas garantías de éxito ofrece.

Si se fijan ustedes en los titulares de las dos últimas semanas, se encontrarán con que el PP de Extremadura, de la mano de María Guardiola, ha tirado el carro por el pedregal poco antes de acabar octubre porque no se aprueban presupuestos en esa comunidad, y se convocan así elecciones para el próximo 21 de diciembre, porque, dice Guardiola, “no hay miedo a escuchar a los extremeños y hacerles perder el tiempo es una irresponsabilidad”. Pero poco después de empezar noviembre, o sea, solo unos días después, el PP de la Comunidad Valenciana pierde por dimisión a Carlos Mazón, y curiosamente en este caso ya no se vota, porque, dice Mazón, “hay que apelar a la responsabilidad y que la mayoría que votaron los valencianos consolide este nuevo tiempo que necesita la Generalitat”. Para entendernos, dos soluciones completamente opuestas a dos problemas similares: la enorme dificultad de un Gobierno cuando faltan los presupuestos, en el primer caso, o cuando falta su presidente, en el segundo.

Uno no puede evitar preguntarse si lo más lógico y coherente no hubiera sido una solución o la otra en ambos casos. O, incluso, si no parece más evidente la necesidad de votar de nuevo cuando lo que falla es la persona a la que los ciudadanos eligieron para dirigir una comunidad y no los números que, de una manera o de otra, pueden ir soslayándose (miren si no cómo de bien se gobierna sin presupuestos generales del Estado…). Pero lo que no se entiende es que la solución a que se marche un President en Valencia sea pedir lealtad para poner a otro en su lugar, mientras que el que los presupuestos de la Presidenta en Extremadura no salgan adelante suponga una convocatoria de elecciones…

Tribuno Feijóo

Que nadie, además, sea capaz de preguntarle al jefe de Guardiola y de Mazón, a Alberto Núñez Feijóo, por esta disparidad de salidas del mismo partido en situaciones análogas, y que éste aún no haya dado una explicación al porqué de tales decisiones sigue, qué quieren qué les diga, maravillándome en mi segura supina inocencia política.

Porque las posibles respuestas siempre serían dos: una, la que supondría admitir que todo son cálculos electorales, en Extremadura y en Comunidad Valenciana, y que por tanto lo que nada importa son los intereses de los ciudadanos de sendas comunidades: en Extremadura se votará porque los sondeos apuntan bien para el PP, mientras que en Valencia no se votará porque el PP no se fía de lo que pueda pasar si se pregunta a los electores. Como verán, por tanto, si son ustedes extremeños o valencianos, lo de menos es lo que crean que les interesa. Y la otra respuesta posible es la de que aquí cada cual hace y deshace como quiere, sin que Feijóo y Génova dicten directriz alguna, algo que no deberíamos descartar viendo cómo Mazón en su día se lanzó a los brazos de Vox contra lo que hasta entonces venía manteniendo Feijóo, o cómo Guardiola se mantuvo entonces firme frente al mismo Vox aun cuando Feijóo pidió “un pacto rápido con Vox para evitar una repetición electoral”.

Que si se fijan, ya pasó lo de Feijóo dando instrucciones contradictorias en Extremadura y en Comunidad Valenciana en junio de 2023, para que sus candidatos hicieran exactamente lo que les dio la gana y al revés, que parece que es lo que acaban de hacer ahora otra vez: cada cual por su lado y Feijóo detrás a decir que sí, que bien, pero si poder aclarar por qué.

De Rajoy ya sabíamos que lo suyo era no moverse mucho. Lo de Feijóo aún no está claro, porque es capaz de denunciar que Vox le hace pinza aquí cuando le pide apoyo allí. Y viceversa, que ya veremos si no termina intentando justificar que en Valencia igual había que haber votado y que en Extremadura las urnas mejor no mentarlas. El tiempo nos lo dirá.