Para Bastardes, en aquel tiempo sólo existía una lengua, el catalanooctitano. El subdialecto del catalán se divide en oriental y occidental. Para este personaje, en el Reino de Valencia y en el Reino de Mallorca ya se hablaba catalán cuando los conquistó Jaime I. Es decir, antes que el latín y el griego estaba el catalán. Con lo cual, según él, la historia se escribió en catalán y para menospreciar esta lengua se falsificó el origen lingüístico de muchos personajes que nunca hablaron en catalán.
Otro miembro de este Instituto, Jordi Bilbeny, ha publicado un libro dedicado al fraile italiano San Francisco de Asís. Bilbeny afirma que el santo hablaba también catalán, ya que en su época el catalán y el provenzal-occitano eran básicamente lo mismo. También se aventura que San Francisco actuó como embajador del conde de Barcelona en tierras occitanas. Y es que el mundo hablaba catalán y lo desconocíamos porque la verdad ha sido borrada y reescrita por las más que conocidas razones de Estado, según Bilbeny.
Bilbeny ya publicó su tesis de que Colón no era genovés, sino catalán. Los barcos no salieron del puerto de Palos de la Frontera, sino de Pals, en Gerona. Según Bilbeny, los documentos originales fueron censurados para no enseñar la verdad. Sobre todo la catalanidad del descubrimiento y el apellido del almirante. Para él este origen es una ocultación y apropiación de la identidad de un elemento histórico relevante por parte del supremacismo de la Corona de Castilla.
José Luis Espejo Pérez, otro miembro del Instituto, reconoce que el navegante aseguró en su testamento que nació en Génova, pero insiste en que era hijo de un canónigo de Barcelona, llamado Francesc Colom i Bertran, y de una judía conversa de orígenes catalanes y aragoneses, María de la Cavalleria. Este “escandaloso concubinato”, para el autor, pudo provocar que la madre se marchara de Cataluña para dar a luz en Génova, donde comerciaba la familia paterna. Teniendo en cuenta esto, al salir de Pals los barcos, todos los marineros eran catalanes, incluso los hermanos Pinzón. Así, cuando se descubrió América, los primeros indígenas no hablaron castellano, sino catalán.
Y esta es una más de las muchas que se han inventado estos pseudohistoriadores que viven de las subvenciones para reescribir una historia que solo está en la cabeza de estas personas hiperventiladas con una grandeza que nunca existió. Ahora bien, la historia viene de lejos, ya en la Renaixença se empezó a cambiar la historia.
Próspero de Bofarull Mascaró fue de 1814 a 1849 el director del Archivo General de la Corona de Aragón. Ahí se guardaban todos los documentos de la cancillería del rey de Aragón. Y decimos bien, se guardaban. Era un archivo, pero no como lo podríamos definir hoy en día. En él se acumulaban todos estos papeles y Bofarull quiso ordenarlos. Esto hubiera estado bien si no le hubiera dado por reescribir, en el 1847, el “Llibre del Repartiment del Regne de Valencia”. La intervención de Bofarull no terminó aquí. Por arte de magia extravió el último testamento de Jaime I el Conquistador en el 1272. ¿Por qué? En él se establecen los límites de los reinos de Aragón, Valencia, Mallorca y Condado de Barcelona. No se habla de la corona catalano-aragonesa ni de otras invenciones de la factoría Renaixença. Por eso era preferible extraviarlo y estructurar una nueva historia más afín a una grandeza que nunca existió.
Supuestamente existió un libro titulado “Llibre dels Feyts d’armes de Catalunya”. En él se narra la historia de Cataluña desde el principio de los tiempos hasta la época de Alfonso V el Magnánimo. En un primer momento se le atribuyó el original a Bernat Boades. Un sacerdote, que lo fue, de Blanes y vivió entre los años 1370 al 1444. Juan Gaspar Roig dijo que había transcrito la edición original y la publicó en 1675. No fue hasta el 1949 cuando los medievalistas Miquel Coll i Alentorn y Martí de Riquer demostraron que era una obra falsa, que Boades se lo había inventado, escribiendo una obra nueva imitando el lenguaje del siglo XV.
“Cuando Dios creó el mundo pasó de largo de Cataluña porque ya existía”. Y aquí entran en juego Víctor Cucurull y Jordi Bilbeny, los fundadores del Institut. Su lema es que “la historia de Cataluña ha sido sistemáticamente manipulada en beneficio de la española”.
Esta es la sentencia argumental de muchos historiadores catalanes con respecto a lo que se ha explicado en libros y tratados de historia en los últimos 200 años. Por este motivo miembros de la ANC decidieron crear el Institut Nova Història. Su misión era reconvertir todo lo publicado y darle un toque de realidad catalana. Ambos se han dedicado a tejer unos episodios románticos alrededor de la grandeza de Cataluña y como ha sido ninguneada por España. Bilbeny ha teorizado, por ejemplo, con la catalanidad no solo de Cristóbal Colón, sino de Miguel de Cervantes o El Lazarillo de Tormes.
Han buscado a ponentes aficionados a la historia para participar en simposios dedicados al descubrimiento de América por parte de catalanes. Gracias al subvencionismo han podido dar forma a una teoría que se aguanta con pinzas. “Cataluña es el artífice de todo lo bueno que ha pasado en el mundo”. La cultura catalana, para ellos, está a la misma altura que la griega y la romana. Gracias a Cataluña el mundo ha evolucionado. Y, al no ser cierto, tienen que reconstruir la historia para dar cuerpo a sus falsedades.
Algunos ejemplos de esta catalanización son estos. Hernán Cortés se llamaba Ferrán. Francisco de Pizarro era Francesc de Pinós de So i Carrós. Diego de Almagro era Jaume d’Aragó-Dalmau. Américo Vespucio era Aymerich Despuig. Sobre Colón argumentan que existió un tal Joan Colom i Bertán. Teniendo en cuenta que la Generalitat siempre ha subvencionado al Instituto, este personaje era antecesor de Artur Mas. El tal Joan era hijo de Cristóbal Colón. Y el Joan, pariente lejano de Artur Mas, ha pasado a la historia como Erasmo de Rotterdam. Artur Mas es descendiente de Erasmo de Rotterdam. Es decir, pariente de uno de los más importantes humanistas, filósofos, filólogos y teólogos del siglo XVI, Autor del Elogio a la locura, Adagia o Coloquios. Como escribió Erasmo: “En el país de los ciegos, el tuerto es el rey”. Ahora nos hace falta saber si el ciego es Mas y el tuerto Bilbeny o nos toman a todos por tontos.
El nombre de Miguel de Cervantes es apócrifo. En realidad, se llamaba Joan Miquel Servet. Este escritor tuvo ciertos problemas con el fisco o debido a correrías y fue perseguido por la inquisición. Para salvarse de todo esto huyó. ¿Dónde? A Inglaterra. En su nuevo país empezó a publicar obras en inglés. Para no ser descubierto se inventó un nuevo nombre. El Joan Miquel Servet conocido en España como Miguel de Cervantes, empezó a ser conocido en Inglaterra como William Shakespeare.
Lo mismo sucede con el Lazarillo de Tormes. Su autor no es anónimo, sino que se llama Joan Timoneda. Este mismo autor escribió la Celestina. Garcilaso de la Vega se llamaba Galceran de Cardona. Francisco de Quevedo era un plagiador y toda su obra estaba basada en las obras de Francesc Vicent García, conocido popularmente como Rector de Vallfogona. Santa Teresa de Jesús nunca pisó Ávila. Se llamaba Teresa Enríquez de Cardona y era abadesa del Monasterio de Pedralbes.
La Gioconda de Leonardo da Vinci era Isabel de Aragón y las montañas que aparecen en un segundo plano son Montserrat. La inspiración le vino a Leonardo da Vinci visitando Cataluña. También Bilbeny ha intentado demostrar que “la bandera de Estados Unidos está inspirada en nuestra Estelada”. Y añade: “Gracias a mis investigaciones ahora sabemos que el Continente americano fue descubierto, conquistado, evangelizado y poblado por los catalanes, y que los escudos y banderas catalanas aparecen en multitud de planisferios, mapamundis y cartas de navegación del Nuevo Mundo”. Bilbeny obvia que la bandera de los Estados Unidos se institucionalizó en el 1777. La estelada fue inventada en el 1908 por un tal Vicenç Albert Ballester, inspirándose en las banderas de Cuba y Puerto Rico.