De Franco a García Ortiz pasando por Jordi Pujol, Ábalos, Koldo, Cerdán..... ¡Vaya semanita!

Nada que ver aquí... Circulen

Vaya semanita...

Hemos tenido tal órdago de semanita que uno no sabe ya sobre qué opinar, ofrecer una reflexión o plantear una crítica: ya tenemos al Fiscal General del Estado condenado, a Santos Cerdán en casa, a Koldo García y a José Luis Ábalos con un pie y medio en chirona, la enésima versión de Carlos Mazón, al PP de Almería guardando billetes en fundas de almohada, y, por si faltara algo, a Franco cumpliendo años, de muerto, claro, y Pujol sin morirse…

Menos mal que se inventó la prensa digital para poder meter en una pantalla de ordenador, comprimido como en un .zip, tanto acontecimiento con el que sorprenderse de lo que es hoy España: un carajal de padre y muy señor mío donde nuestra clase política y compañía se empeña en demostrar que todo lo que va mal siempre, absolutamente siempre, podrá ir, y de hecho va, a peor.

Entre lo más reciente, salvo novedad de última hora, que no deberíamos descartar, sabemos ya que el Fiscal General del Gobierno -perdón, del Estado, en qué andaría yo pensando…-, va a ser condenado. Porque aún no lo ha sido. No formalmente al menos, dado que lo único que conocemos es el fallo de una sentencia que aún no ha sido redactada ni, por tanto, notificada al principal interesado. Y es que, para evitar filtraciones (ay, las malditas filtraciones que tanto mal han hecho…), lo que el Tribunal Supremo ha decidido es votar ya el veredicto y sentenciar otro día.

Y es de suponer que su trámite habrá llevado el tema, pese a la sorprendente celeridad, cuando hemos sabido que la magistrada ponente propuso la absolución solo apoyada por otra magistrada más de los siete que componen la Sala juzgadora. Ha sido la mayoría de cinco frente a dos la que ha acordado que había motivos para condenar a García Ortiz sin duda razonable alguna, lo que ha obligado a que sea el presidente quien redacte la nueva ponencia. Muy claro debe de estar el tema para los cinco magistrados que consideran culpable al fiscal para emitir un “sí, condeno” sin haberse expresado formalmente aún sus motivos. Democrático, cuando menos, es, digan lo que digan algunos…

En cualquier caso, ya está aquí la torrentera de reproches al golpismo judicial perpetrador de una injusticia sin igual. Como si filtrar datos desde una fiscalía sobre un investigado fuera peccata minuta en un sistema democrático. Dios nos pille confesados, como a González Amador, novio de España, o parte de ella, a quien le aguarda tras este triunfo su propio calvario como presunto defraudador fiscal.

Y todo esto solo un día después de que Cerdán, socialista y Secretario de Organización criminal, según se le presume, tanto a él como a su partido, haya obtenido ya la libertad provisional después de desvelarse que sus chistorras cotizaban al dos por ciento (en Cataluña, país de comerciants, fíjense, nunca se bajó del tres per cent). Y no por buen comportamiento, no, sino porque cree el juez que lo investiga que poco puede ya perjudicar la investigación dado que la UCO ha recogido material más que suficiente para empapelarlo, posiblemente, de arriba a abajo.

O eso, o porque igual hay que ir haciendo espacio en Soto del Real por si surgen nuevos inquilinos con reserva confirmada, que es lo que parece que puede suceder con Koldo García y José Luis Ábalos, a quienes ya les piden fiscales y otras acusaciones entre veinticuatro y treinta años de habitación con vistas. Con vistas al muro de hormigón. Un tiempo que solo van a poder acortar si deciden cantar La Traviata contando lo que en Ferraz más temen: que haya podido despistarse algún dinerete en cajones de algún despacho.

Y el gozo en el pozo del PP, donde cada vez que encuentran un motivo para cantar ¡gol! le hacen un contraataque y le empatan de rebote: con Mazón dando sus torpes explicaciones en el Congreso (¿cuándo acertará este hombre callándose?) para apretar aún más el nudo de la soga que él solito se ha empeñado en ponerse al cuello. Todo ello mientras los peperos chicos de Almería se encargan de confirmar que la corrupción, realmente, no tiene color: que aquí ha trincado todo el mundo lo que ha podido y más, aprovechando el virus de las mascarillas de oro. Que el que no corre vuela, y porque no les dio más tiempo…

Pero lo memorable de verdad ha sido celebrar esta misma semana, unos más, otros menos, o de otra manera, la decisión de Franco de morirse ya en serio tal día como un 20 de noviembre de hace medio siglo, coincidiendo el aniversario con un frío que pela cuando hace dos días íbamos aún en manga corta. Una ola de frío esperada por muchos como agua de mayo, aunque en noviembre, a ver si se lleva también de una vez al que, dicen, es el único catalán ya que puede cargarse España si no se la cargan antes los españoles: Jordi Pujol, el gran amenazador que lleva desde lo de Banca Catalana, allá por 1984, hace la friolera de más de cuatro décadas, advirtiendo con tirar de la manta y cortar ramas. O para que nos entendamos: con descubrir todos esos secretos que harán tambalearse los cimientos de esta nuestra España democrática.

Una semana a enmarcar en la que, como les digo, unos han salido de donde otros parece que no tardarán en entrar, donde se condena sin sentencia y hasta sin juicio, y donde aparecen mordidas en billetes contantes y sonantes bajo, o dentro de, las almohadas gracias a esa UCO que lleva más tajos que un jamón en Nochebuena, con unos esperando a que Franco resucite y otros a que Pujol palme.

Solo falta que el Emérito diga de escribir sus memorias y ya estaría, ¡oh, wait…!