Pero, al menos en España, así estamos. A pesar de estar gobernados por políticos "progresistas" se respiran aires de derrota entre la gente llana. Así, el presente y el futuro próximo se viven y perciben por la ciudadanía con un pesimismo decadente más que con una positiva visión optimista. (Y si no me creen, pregunten en la calle).
La sensación que tenemos las personas de cierta edad es que hemos entrado en un ciclo de la historia que nos lleva a vivir actualmente días grises, con la preocupación de dejarles a nuestros hijos un país (y el mundo) mucho peor del que nos legaron nuestros padres. Vemos angustiados como la decadencia nacional se percibe a todos los niveles: tanto en el plano político, el económico, el cultural como en el social.
Buscando las causas a todo ello, nos podríamos preguntar...si la cultura "woke" y el "buenismo" por sistema no nos ha traído como contrapunto el regreso de los populismos y las tendencias autoritarias. O si la globalización no nos ha hecho convertirnos en meros consumistas. O si la lucha por los derechos y la igualdad no ha derivado en la exaltación de la diferencia, el individualismo y el "primero yo", como se puede ver, por ejemplo, en las políticas de Trump. O si el relativismo cultural del "todo vale" existente actualmente ha prostituido la verdad y los valores. O si el exceso de digitalización, sumada a la IA no nos ha traído una deshumanización en nuestras vidas. O bien, por citar el último debate, si la teoría "queer" ha abierto luchas inútiles sobre identidad, genero y sexo entre las personas, sean estas hombres o mujeres...o lo que quieran ser.
La vida supone cambios, pero los cambios continuos y sin medida llevan la embarcación a la deriva y sin un destino claro. Es aquello de que avanzamos... ¿pero hacia dónde? La ciudadanía anda perdida y sin referentes claros. Se está imponiendo el individualismo frente a lo colectivo. Nadie quiere servir a la comunidad por nada. Todo son derechos sin ningún deber. Todo es líquido, efímero y nada resiste el paso del tiempo. Nadie cree en nadie.
Así que vivimos sin esperanza y sin proyectos colectivos de futuro ilusionantes.
Este panorama negro no lo pinto yo, que conste. Se oye en cada conversación. Se ve en la resignación de nuestros jóvenes. Se siente en cada porrazo y mentira que recibe el pueblo de sus dirigentes.
Hay que darle un vuelco urgente a la situación que vivimos. Necesitamos ya un proyecto común ilusionante para enderezar el rumbo y remar todos hacia el mismo lado, superando la decadencia en la que estamos inmersos y olvidándose de debates de "modernización" absurdos.