Ya debatían en la Grecia antigua si la fórmula demócrata de gobernarse era la mejor o, quizás, lo fuera la autocracia o la dictadura. Las "polis" tuvieron un poco de todo.
Hubo tiempos en los que las decisiones en asambleas gigantescas las tomaban los ciudadanos por aclamación (en aquellos tiempos lo del voto en papel y urna no se usaba). Estas macro -asambleas eran controladas por los sofistas según los intereses de unos pocos. Éstos, con sus discursos y su poder de palabra, enardecían a las masas y las hacían derivar hacia donde les interesaba; que casi nunca coincidía con el bien común.
¿Les suena?
En otros tiempos los privilegiados tomaron el poder y gobernaron para sí, contentando a la plebe "con pan y circo", como suele decirse. Es decir, darle al populacho lo mínimo de bienestar para que no se subleven.
Seguro que también esto les suena, ¿no?
Finalmente, también hubo tiempos de dictadura, donde una persona manejaba el poder a su antojo.
No voy a repetir la pregunta.
Curiosamente ahora parece que todos los políticos del mundo tratan de gobernar fusionando los tres modelos. Me explico.
Inicialmente acceden al poder a través de elecciones "democráticas". Los ciudadanos acuden a unas urnas y bajo el espejismo de decidir el futuro de su país, se lo entregan a un grupo político hermético férreamente controlado por un líder que en base a un programa (que nadie se lee y que después no cumplen) hacen y deshacen a su antojo como soberanos absolutistas. Eso hace Trump (qué curioso que en español suene a trampa) y eso hacen también los partidos de izquierda donde mandan (léase España y su gobierno). Por último, se rodean de privilegiados y crean su "Politburó" autócrata que disfruta de los privilegios del poder y sus corruptelas. (En España lo tienen perfecto los que hacen seguidismo del "Sanchismo", políticos y sindicatos y en EEUU, Musk y los suyos)
Y ahí seguimos los ciudadanos pagándoles sus sueldos y viviendo nuestras vidas que nada le interesan a ellos a excepción de los tiempos de campaña electoral.
Decía al principio que no dejamos de sorprendernos por todo ello, pero de la sorpresa ... ¿no deberíamos pasar al enojo y en consecuencia a la acción?
Si hay alguna verdad en que les regalamos el poder con nuestros votos, cambiemos el juego y busquemos un cambio de modelo basado en el compromiso (del que se tiene que rendir cuentas) de los que estén dispuestos a dedicar su vida a servir a los demás y no a aprovecharse de ellos.