Por fin, Carlos Mazón dimite de la presidencia de la Generalitat Valenciana aunque no dejará su cargo

Te sobró un año, Mazón

Carlos Mazón, en su comparecencia de hoy

Hoy se escribe el epílogo de un mandato marcado por la sombra de la DANA de octubre de 2024 y la persistente presión social: Carlos Mazón anuncia su dimisión como presidente de la Generalitat Valenciana. Pero el adiós, más que un cierre digno, retiene el sabor amargo de un paso atrasado, tardío y en el momento en que ya no había otra alternativa.

Un año de margen que se perdió

El anuncio de hoy no puede leerse sin el recuerdo de aquel trágico 29 de octubre de 2024: la DANA dejó 229 muertos y una avalancha de preguntas sin responder. Frente a ese dolor, Mazón se mantuvo durante meses en el cargo —en muchas voces, sin dar explicaciones creíbles— hasta que la presión social, mediática y judicial le ha obligado a “dar un paso al lado”.

Aun cuando muchas víctimas y entidades reclamaban su dimisión, comunidades convocaron manifestaciones, gritaron “Mazón dimisión” y reclamaron responsabilidades.

Mientras, su entorno nacional en el Partido Popular y él mismo maniobraban para alargar el mandato lo suficiente para conservar “privilegios” (aforamiento, sueldo de expresidente) si culminaba la legislatura.

Así pues: lo que debía haber sido una decisión de responsabilidad, se convirtió en una contabilidad personal de tiempo. Te sobró un año, señor president.

¿Qué queda en el aire?

Mazón aduce “agotamiento”, “falta de fuerzas” y la necesidad de que “otra persona lidere” la reconstrucción tras la DANA. Pero, ¿qué pasa con la rendición de cuentas, con la transparencia respecto a su papel directo en la gestión de la crisis?

Durante meses no se supo claramente su paradero y momento de actuación cuando la emergencia se desencadenaba.

Su discurso de dimisión apenas dedica mención a las víctimas y, lo que es más grave, elige no convocar elecciones inmediatas sino proponer una investidura interina pactada por la mayoría parlamentaria (y en la práctica, con bastantes miradas puestas en Vox).

¿Se puede llamar “parte del cierre” lo que realmente es una transición hacia lo que él no quiso afrontar?

Responsabilidad política vs cálculo personal

El relato habitual dirá que Mazón ha dado “un paso al lado”, que actúa con dignidad. Pero la otra lectura es más incómoda: que ese paso llega cuando ya estaban agotadas las expectativas de permanencia, cuando ya pesaban demasiado los gritos de la calle, cuando ya se vislumbraba que el sustento político se iba erosionando.

La política no es solo cuestión de sobrevivir al cargo o al escándalo: es, sobre todo, cuestión de responder al mandato de quienes te pusieron ahí, de cumplir ante la tragedia y de reconocer errores no como estrategia sino como principio. En ese sentido, la salida de Mazón sabe más a aplazamiento que a cierre.

Carlos Mazón en su comparecencia ante la prensa

¿Y qué cambia para la Comunitat Valenciana?

La Comunitat sale de este capítulo con un sabor agónico: Las víctimas de la DANA aún no tienen respuestas suficientes.

El propio PP valenciano entra en fase de relevo interno y de definición de proyecto, con la incógnita de si lo hará liberándose de la sombra de Mazón o prolongándola de otro modo.

Credibilidad política: la ciudadanía, que ha salido a la calle, exige que las renuncias no solo se anuncien, sino que se materialicen con transparencia, elecciones libres y compromiso real.

En resumen,

Te sobró un año, Mazón. Un año para haber dicho “me fui porque no respondí a quienes necesitaban que respondiera”. Un año para haber activado elecciones, transparencias, explicaciones. Un año para haber cerrado dignamente. En cambio, el adiós llega justo cuando ya no hay más margen. Y eso lo convierte, de entrada, en un gesto tardío, que deja mucho por resolver y que suscribe más un fin de ciclo que una rendición responsable.

Hoy se abre una nueva etapa en la Generalitat Valenciana. Que sirva para que el relevo sea real —y no solo formal—, y para que sea el pueblo quien vuelva a recuperar la voz que quedó silenciada en los días negros. Porque la política sin responsabilidad es solo retórica: y Valencia ha pedido, con razón, algo más que palabras.