Se quedaron sin banderas

Congreso de los Diputados

Después de unas semanas de continuos escándalos por corrupción y acoso sexual que afectan al PSOE, cabe preguntarse hasta qué punto las fuerzas políticas que le dan estabilidad institucional al Gobierno de España en el Congreso, mantendrán su actitud cómplice, sin despeinarse.

Sumar se queja delante de los medios, pero por nada del mundo dejan los sillones de Vicepresidenta o los ministerios (¡Faltaría más!).

Podemos suelta sus ya más que conocidas peroratas moralizantes, pero no retira su apoyo al "gobierno progresista" no vaya a ser que se les acabe el turrón si la tortilla gira y acaba mandando la derecha a la que ellos (ellas y elles) querían reventar (sic).

El PNV y ERC ven con asco lo que pasa y con la boca pequeña hablan, respectivamente, de que: "quizás sería conveniente unas elecciones en 2026" o aquello de "ahora les toca pasar a ellos la persecución que tuvimos nosotros". Nada nuevo. Se trata de alargar la agonía nacional para lograr sus intenciones secesionistas.

De Bildu, ¿qué decir?... Mejor ni mentarlos.

Y Junts, sonriendo y siendo claro: " Ellos ahora son débiles. Los vamos a estrujar".

¿Y los socialistas? Ante tal bochornoso esperpento ven como se quedan sin banderas y empiezan a moverse incómodos. Esas banderas de la lucha anticorrupción y el feminismo que ondeaban orgullosos como adalides impolutos, ahora caen como hojas en otoño. Hasta ahora, veían la paja en ojo ajeno e ignoraban la viga en el propio.

Los sucesivos, incontables ya, e indignantes casos de corrupción (presunta) y machismo (presunto) que se van conociendo a diario de miembros destacadísimos del PSOE, les dejan en paños menores.

Pero yo me pregunto de nuevo: ¿Será suficiente esta cascada denigrante para que el votante socialista despierte y deje de votarles? Cuando veo por televisión a esa gente entusiasta que a pesar de la que está cayendo, aplauden a rabiar en sus mítines; lo pongo en duda.

Desalojar a este gobierno ya no debería ser sólo un objetivo de las derechas, sino de cualquier ciudadano bien informado, excluyendo, claro está, a los que no desean el bien para nuestro país (que haberlos, los hay).

¡Ay España!... ¡Qué buen vasallo si hubiera un buen señor!