¿Dónde quedó aquella defensa de la soberanía energética? ¿Dónde la preocupación por la industria catalana? ¿Dónde el discurso inflamado contra la dependencia del Estado?
Desapareció en cuanto tocó entrar en el hemiciclo.
El partido que presume de “defender Cataluña” decidió no defenderla cuando era más necesario. Con su abstención, Junts ha entregado al Gobierno una victoria barata y ha renunciado a la única palanca de presión real que tenía para asegurar la continuidad de las centrales nucleares. Cataluña pierde su 50% de producción eléctrica propia, y Madrid gana un voto de silencio.
No es política. Es negligencia.
No es estrategia. Es sumisión.
No es pragmatismo. Es claudicación.
La abstención de Junts no ilumina el camino de la transición energética: lo apaga.