Cuando un político se olvida de las repercusiones de sus actos y decisiones

Señora Ayuso, así no

Isabel Diaz Ayuso el viernes en Barcelona

Isabel Díaz Ayuso, no voy a negarlo, siempre me ha caído en gracia. Probablemente porque ha demostrado ser más “presidenciable” que el propio presidenciable de su partido político durante mucho tiempo y por erigirse en la auténtica “mosca cojonera” de Pedro Sánchez y todos sus ministros. Igual que la de sus oponentes de los partidos de izquierda, derecha o centro, cuando C,s existía.

Su gestión de la Dana en Madrid ha sido elogiada por propios y extraños pero, fundamentalmente, por los ciudadanos del centro de España a los que intentó no restar libertad y permitió trabajar y moverse, casi, con normalidad aunque con mucha prudencia. Lo contrario que ocurrió en Cataluña, Andalucía y la mayoría del estado español. Tal fué su éxito que celebró adelanto electoral y posteriores elecciones con mayoría para gobernar sin depender de nadie, lo que es el sueño de cualquier político. A pesar de las difamaciones de “asesinato” y la verborrea propagandística habitual de sus contrarios.

Como adalid de la libertad, de la justicia, de la equidad y del respeto, la presidenta madrileña ha creado tras ella una imagen de defensora de las causas perdidas y palo de bandera del anti socialismo, anti izquierdismo, anti wokismo y anti lo que haga falta. Entre los “que haga falta” se ha puesto delante de la anti utilización de los idiomas cuando ella considera que no deben utilizarse. Repito, ella.

Lo ocurrido el pasado viernes en la Conferencia de presidentes autonómicos, con tocata y fuga incluida, es de muy mal gusto y de cierto (o gran) desprecio a los que estamos aquí los 365 días del año comiéndonos el “marrón” del separatismo y del independentismo. Es decir, Isabel Diaz Ayuso se añadió al desprecio a aquellos a los que ya Jordi Pujol menospreciaba: “el altres catalans”.

Entiendo que para Isabel Díaz Ayuso plantar en la conferencia de presidentes autonómicos a todo el gobierno de izquierdas de España, con Sánchez a la cabeza, y al resto de presidentes de comunidades es una auténtica “machada” digna de Agustina de Aragón en versión cheli. Gesto patriótico. Gesto valiente. Gesto de heroína. Porque no estar de acuerdo con que alguien hable su idioma en este país es algo tan digno que no cabe en la cabeza de la presidenta lo contrario. Pues se equivoca. En el gesto y en la forma. Se equivoca anunciándolo un día antes con el famoso “no se atreverán porque me levanto y me voy…” y se equivoca yendo a la conferencia si sabe que ese va a ser el formato y deberá levantarse por bocazas.

En Cataluña, tierra de dos idiomas como mínimo, somos respetuosos con el idioma que nos hable sea quien sea, tenga el color de piel que tenga y venga de donde venga. No le damos más importancia. Y en esta aseveración, presidenta, estamos todos aquellos que votamos izquierda, derecha, centro, nacionalistas de un lado y otro. Todos. Y, le aseguro, nos cuesta mucho ponernos de acuerdo en mil cosas, pero nunca en comunicarnos, pues lo hacemos a través del respeto. Y luego ya nos pelearemos por las cuotas en los colegios, etc. Pero nunca vamos a perdernos el respeto y buscaremos la forma de comunicarnos haciéndonos felices a todos.

Ayuso en la conferencia de presidentes autonómicos

Con la “machada” del viernes usted habrá ganado 2 o 2.000 votos más en Madrid, es probable. Pero acaba de hacerle mucho daño a su propio partido en Cataluña y a un Alejandro Fernández y sus compañeros que intentan normalizar las siglas del PP para devolverlas a la senda de la utilidad catalana, lo que va a ser difícil de recuperar en mucho tiempo. Probablemente no se da cuenta de que acaba de darle herramientas de peso para no votarles a todos esos catalanes indecisos que quieren acabar de una vez con los separatismos pero que viendo la actitud de los que deben apoyarles como usted se lo repensarán mil veces. Y, obviamente, ha puesto carne fresca y gratis en la boca de los lobos separatistas que están esperando tonterías como estas para hincar el diente de la incomprensión del resto de España hacia Cataluña y cambiar el “Madrid ens roba” por el “Madrid no ens estima”, por el Madrid no nos quiere.

Y, mientras, Puigdemont aplaudiendo desde Waterloo a carcajada limpia: “ja tenim la campanya electoral feta, nens” a la vez que su “alter ego” Silvia Orriols acaba de alquilar 500 carpas más con el eslógan “Madrid ens vol fotre” o Madrid nos quiere jod.. Y si no lo ha hecho, lo hará. La que ha liado usted por su minuto de gloria, presidenta.