¡Rayos! Ya se corrió la voz...

Que España es el país de la picaresca es de todos bien sabido. En nuestro Siglo de Oro obras del calado de El Buscón o El Lazarillo de Tormes nos muestran los mejores exponentes del ingenio de quien nada posee para buscarse la vida. Esas aventuras en la literatura nos arrancan sonrisas y en ocasiones nos enternecen pues sus protagonistas nadan en la pobreza más absoluta y pensamos, en el fondo, que también merecen una oportunidad.

Da que pensar que nuestro país es el idóneo para vivir de los demás sin pegar un palo al agua. Pero, ¡rayos!, la voz se ha corrido y los nuevos "lazarillos" arrecian en nuestro país por todas partes y la picaresca se ha incrustado en nuestra sociedad como un parásito.  Los hay de muchos tipos: de los que viven literalmente de las ayudas y subsidios, trabajando además en negro para no ser detectados, y de los de traje y corbata, con el viento a favor pero que también se las ingenian para vivir del cuento.

De la literatura a la realidad

Los primeros hacen lo imposible para ser reconocidos por la administración como socioeconómicamente desfavorecidos y que una vez etiquetados, pasan a disfrutar de beneficios en vivienda, servicios mínimos, becas comedor y material, subsidios por desempleo... Si son extranjeros ni siquiera deben declarar su patrimonio (suponiendo que lo tengan) de su país. En esa situación pueden pasar años y años. Sanidad gratuita, educación para sus hijos gratuita y la posibilidad de ser atendidos por bancos de alimentos o Cáritas. Es habitual que la familia entera esté en situación de paro, incluidas las mujeres que en caso de la inmigración musulmana radical es llamativo ya que en su país no las dejarían trabajar. En ocasiones rechazan empleos legales para no perder esa situación de protección en la que están instalados. Por supuesto no me refiero a los que realmente están inmersos en la pobreza, sino a los que lo fingen. Solo en Cataluña, la sindicatura de cuentas detectó un fraude en las adjudicaciones de ayudas sociales por un valor de 167'5 millones de euros entre 2016 y 2024. ¿Volverá ese dinero perdido? ¿Alguien dimitirá por ello?

Los segundos son los políticos. Personas sin estudios o con ellos fingidos, sin oficio, pero con todo el beneficio. Su currículum se basa en adherirse a unas supuestas ideas y mantenerse fiel a su superior. Escalan puestos en la administración pública según su fidelidad al partido, no a los ciudadanos.  Pueden pasar años y años de "servicio" en diferentes puestos sin tener que pasar por entrevistas de trabajo en el sector privado. Una vez en política pasan a disfrutar de beneficios de todo tipo. El "sumun" es llegar al Congreso: 5.131,50€ de salario base al mes, Un Iphone 14, un Ipad de última generación, un bono taxi de 3.000€, y si usan su vehículo cobran 25 céntimos por kilometro. Por supuesto son aforados y están exentos del IRPF del 39% de su sueldo. Y eso solo trabajando 78 días al año.  Y si además llegas a ministro...ni te digo.

Pero aun hay más

Pero la cosa no se queda aquí. Cada administración pública tiene sus condiciones de salario y prestaciones. Y tenemos muchas administraciones intermedias: ayuntamientos, consejos comarcales, diputaciones y parlamentos autonómicos y nacionales. España es uno de los países con más políticos con cargo (unos 90.000).

También me llama mucho la atención la facilidad y comodidad para acogerse a esos sueldos y privilegios del Estado por parte de los políticos que odian todo lo español (léase independentistas o separatistas).

Añádase al carrusel a los defraudadores de Hacienda y a los ricos que evaden impuestos...

Y todo ese peso lo soportan los cotizantes con sus impuestos.

¡Qué rico debe ser nuestro país si puede seguir adelante con tamaña mochila!

Més a La Opinión de Carles Viñallonga