“Con el tiempo, una prensa mercenaria, demagógica, corrupta y cínica, crea un público vil como ella misma” Josep Pulitzer

El “licenciado” Puigdemont, ¿otra mentira?

Vuelve a estar de actualidad lo que ya hace años habíamos denunciado algunos: que Puigdemont no había cursado ninguna carrera de periodismo, y a pesar de ello lo había incluido en su currículum político. No puede extrañar a nadie que el “Vivales” (como le llama Albert Soler con total acierto) de Waterloo haya mentido también en su trayectoria personal. Ni siquiera a sus más fanáticos seguidores, a los que no les hace mella ni que huyera cobardemente tras mentir a los suyos sobre la proclamación de una independencia que nunca existió.

el "titulado" Puigdemont
photo_camera el "titulado" Puigdemont

Un proyecto clientelar (o sea corrupto)

Entonces, ¿por qué Puigdemont sigue erre que erre afirmando que es periodista? Porque, efectivamente, es miembro del Colegio Profesional de Periodistas de Cataluña. Pero… si no cursó los estudios, ¿cómo es posible que le hayan entregado el carné?

Tendríamos que hacer un poco de historia, remontarnos al proyecto clientelar (y por tanto corrupto) del nacionalismo liderado por Jordi Pujol, con la inestimable colaboración del PSC.

A finales de los años 70, en los albores de la democracia, se consideró vital crear una red de periódicos locales para la “construcción nacional” de Catalunya. Controlar los medios de comunicación era una de las principales necesidades para “hacer país”. Había que vender una idea que a muy poca gente interesaba por entonces.

Dicho y hecho, además del “Avui” y del “Ara”, de TV3 y de Catalunya Radio, se fueron creando un sinfín de periódicos y radios locales y comarcales, la mayoría de ellos de titularidad privada.

Para ello se encontraron con dos dificultades: no existían suficientes licenciados en periodismo y tampoco era un negocio atractivo para los empresarios privados.

Para ejercer de periodista, no era necesario el título, por lo que se reclutó a muchos jóvenes entusiastas, la mayoría de ellos con un gran afán de protagonismo Y ahí tenemos a nuestro Puigdemont en el “Punt Diari” de Gerona.

La cuestión financiera se solventó regando de dinero público a toda esa red de medios. Subvenciones directas de la Generalitat, de la Diputación, de los Ayuntamientos…; suscripciones de centenares de ejemplares; anuncios a toda página….

Así de este modo, se aseguraban la fidelidad de empresas y periodistas, que podían vivir de esa profesión propagando la fe nacionalista. Y, hoy en día, esa política se mantiene. ¿Cómo si no se podría mantener, por ejemplo, el 9Nou de Granollers, cuando prácticamente no existen ya quioscos en la ciudad?

Y todo esto se mantuvo tanto con Maragall como Montilla como presidentes de la Generalitat, y con todos los ayuntamientos de corte socialista.

La ley del Colegio Profesional de Periodistas

Puigdemont en Arco de 3

Con el “boom” del periodismo, muchos jóvenes se decidieron para estudiar esa carrera. El M.H.P. Jordi Pujol se dio cuenta que pronto habría una hiperinflación de periodistas de carrera. Y decidió no abandonar a los que tan eficazmente sirvieron a sus maniobras.

La solución la halló cuando en 1985 firmó la Ley de creación del Colegio Profesional de Periodistas de Cataluña, y la clave estuvo en su disposición transitoria segunda que literalmente decía: “Los periodistas que no dispongan de titulación universitaria específica…. podrán ser miembros del Colegio Profesional de Periodistas de Cataluña si demuestran el ejercicio ininterrumpido de la actividad periodística durante un periodo de tiempo no inferior a cinco años”.

Lo de los 5 años estaba bien pensado para premiar a los que habían servido a la causa desde el primer momento. Y, naturalmente, Puigdemont aplaudió hasta con los pies y recogió su carnet, sin necesidad de esforzarse y pasar al menos cinco años en la Universidad.

Yo no quise participar

Resulta que yo también reunía el requisito de los cinco años -y muchos más- trabajando como periodista, sin haberme formado en la universidad de las Ciencias de la Información. Eso sí en la “Revista del Vallés”, de Granollers, que era una clara excepción y totalmente fuera del entramado clientelar del nacionalismo y del socialismo. Nuestro periodismo independiente y alejado del poder se inició como una apuesta diferente, primero con Francisco Mora y después conmigo como redactores-jefe en funciones de director, y después con Roberto Giménez, ya director de pleno derecho, quien dirigió la revista durante más de 30 años llevándola al éxito económico y a liderar (según la Diputación) el ranking de audiencias de las revistas comarcales, sin necesidad de subvenciones ni suscripciones ni anuncios de las instituciones públicas.

A pesar de no pertenecer al colectivo que era objeto real de la ley, mi director me informó de la misma, explicándome que yo reunía los requisitos para obtener el carnet de periodista. Mi respuesta fue contundente (algunos pensarán que fui tonto, y quizá tengan razón): “No me parece justo que a mi den el mismo carnet que tienes tú. A ti te ha costado cinco años de universidad nocturna -te pagabas los estudios trabajando en la banca- y a mi se me puede dar sin haber clavado los codos ni un solo día”.

Naturalmente a Puigdemont, eso le pareció una buena idea. No, Sr. Puigdemont, usted ni es licenciado ni es periodista, usted es un “Vivales”.

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