Opinión

Las gafas de la ética

Según la Real Academia Española, la ética es el “conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida”. Una definición clara, sencilla y que parece escrita con gafas de aumento: esas que ayudan a ver con nitidez lo que está bien y lo que no.

Las gafas de la ética
photo_camera Las gafas de la ética

Ayer, el PSOE anunció una medida que, en apariencia, suena a justicia social: una ayuda de 100 euros por hijo para la compra de gafas. Un gesto útil, sin duda, para muchas familias. Pero como tantas otras decisiones políticas recientes, más que un compromiso profundo con el bienestar común, parece otro parche más, cosmético, propagandístico, que intenta tapar –sin éxito– las miopías éticas de un gobierno cada vez más desorientado.

Porque cuando uno se pone las gafas de la ética, lo primero que percibe no es la medida, sino lo que la rodea.

¿Qué vemos con esas gafas?

Vemos que se destina dinero público a tapar una necesidad básica mientras se permite que la sanidad pública –la que debería cubrir también necesidades visuales– siga sin reforzarse.

Y si nos subimos aún más la graduación, encontramos otras imágenes más borrosas todavía:

  • Vemos a un partido que proclama igualdad mientras mantiene bloqueada la ley de ELA que permitiría vivir con dignidad a cientos de personas.
  • Vemos una ley del solo sí es sí que tuvo que ser corregida tras generar consecuencias gravísimas, mientras nadie del Ejecutivo asumía responsabilidades reales.
  • Vemos puertas giratorias con ministros que salen del gobierno directo a consejos de administración.
  • Vemos cómo se habla de “ética pública” pero se pacta con partidos que niegan valores democráticos esenciales, por mera aritmética parlamentaria.

¿De verdad estamos hablando de ética?

Quizá no es que los niños necesiten gafas. Quizá quienes necesitan gafas –y de las buenas– son aquellos que han perdido el enfoque, que ya no distinguen entre principios y propaganda, entre medidas reales y titulares de paso. Quizá el problema no está en la vista de los más pequeños, sino en la visión política de los que gobiernan.

En un país donde se multiplica la desigualdad, donde se legisla con urgencias mediáticas y se olvida con la misma rapidez, hace falta algo más que 100 euros por gafas. Hace falta un ejercicio colectivo de enfoque moral. Hace falta mirar de frente, sin filtros, sin oportunismos.

Porque la ética no se subvenciona: se practica.