El milagro administrativo
La última piedra se colocó el 1 de octubre. El tramo se convierte ahora en la conexión oficial entre Huesca y Lleida, cerrando un proyecto que arrancó… ¡2004! Sí, en aquel entonces los teléfonos no eran inteligentes, los memes no existían y los presupuestos no se llamaban “líneas plurianuales” sino “promesas”.
Las causas del retraso son, por supuesto, coloridas:
- la crisis de 2008 arrancó con ganas y mucha tijera financiera, congelando partidas;
- permisos, medio ambiente, ajustes de trazados y burocracia que crecía más que la obra;
- “imprevistos” que solo aparecían cuando convenía prolongar plazos y justificar más desembolsos.
Finalmente, con bombos y platillos, se calcula que más de 61 millones de euros se emplearon solo en el tramo final. Un precio merecido para inaugurar lo que muchos ya empezaban a creer que era un mito local.
10.000 coches al día (o eso dicen)
Los futuros usuarios del tramo podrían sorprenderse cuando haya “solo” cinco mil coches, o diez. Pero según las previsiones oficiales, 10.000 vehículos diarios rodarán por allí. Una cifra que suena optimista, y más para inaugurar algo que parecía eterno.
Tampoco olvidemos que hay rutas alternativas, ciudadanos escépticos y un fondo de humo administrativo que cualquier conductor avispado ya huele a distancia. Pero bueno: 10.000 coches es un número redondo, visualmente atractivo y fácil de colocar en titulares.
Reflexiones irónicas (aunque ciertas)
- Si has pensado en jubilarte, quizá vivas el día en que convoquen las obras del siguiente tramo con bombos.
- Los políticos locales pueden lucir fotos + selfies: “Yo estuve aquí cuando acabó la obra”.
- Mientras tanto, muchos otros tramos prometidos llevan más tiempo en espera que esta autovía en terminar. No estarás solo si miras tu propia ciudad y recuerdas promesas “crecientes”.
Epílogo
Se estrena una autovía, 21 años tardíos y 61 millones adicionales invertidos. Pero lo más irónico es que, mientras el asfalto nuevo se extiende, la memoria colectiva no olvida. Se inaugura un tramo “esperado”, adorado por titulares y políticos, pero también señalado como ejemplo dichoso del arte de dilatar lo inevitable.
Y ahora, que circule el tráfico… si alguien se acuerda de comprobar cuántos coches reales pasan, el dato será oro puro para futuras promesas electorales.