Lo que en otras circunstancias podría haber pasado como una anécdota surrealista, ha encendido un debate social de gran calado. El cementerio, considerado un espacio sagrado de respeto y memoria, especialmente en lugares como el mausoleo de uno de los artistas más universales nacidos en Alcoy, se ha convertido en plató de cine para adultos. Muchos vecinos y colectivos no solo ven este acto como una “falta de sensibilidad”, sino como un desprecio directo a la memoria de Camilo Sesto y a los sentimientos de toda la comunidad.
Una decisión sin filtros éticos en medio de una crisis social sobre abusos
La polémica no llega en un momento cualquiera. El PSOE lleva meses en el ojo del huracán por múltiples casos relacionados con abusos, acoso y conducta inapropiada dentro de sus filas y cargos públicos, lo que ha generado una atención social extrema sobre cómo estos asuntos se gestionan y, sobre todo, cómo se percibe la responsabilidad de sus dirigentes.
Aunque la noticia de Alcoy no es sobre abuso sexual, sí ejemplifica de forma simbólica -y para muchos, dramáticamente-una percepción de falta de criterio y sensibilidad por parte de autoridades socialistas cuando se trata de decidir qué es aceptable en espacios públicos sensibles, sobre todo si la sensibilidad es católica.
Diversos adversarios políticos han sido implacables: desde el Partido Popular local hasta vecinos indignados, todos han exigido explicaciones y han señalado que esta autorización revela una ausencia de filtros éticos claros en decisiones municipales.
Críticas desde la oposición y vecinos
El portavoz del PP en el Ayuntamiento de Alcoy ha afirmado que “la permisividad del gobierno municipal demuestra una preocupante dejación de responsabilidades y una ausencia total de sentido común”, remarcando que un camposanto no debe convertirse nunca en escenario para contenidos adultos, y mucho menos en torno a un personaje cuya memoria está ligada de forma tan fuerte a la identidad cultural de la ciudad.
En redes sociales y grupos ciudadanos de Alcoy, los comentarios van desde la estupefacción hasta la condena más firme, con muchos vecinos calificando lo ocurrido como bochornoso e incomprensible.
Este episodio no es solo una anécdota, una noticia de una localidad española más: ha abierto un debate sobre límites, respeto comunitario y responsabilidad institucional en un momento en que la opinión pública está especialmente atenta a la conducta y las decisiones de quienes ocupan cargos de poder.
