A las 9:30 h de la mañana (o casi), un grupo de cuatro señores (o señoras) decidieron que las vitrinas con joyas valiosísimas eran la mejor manera de saludar al nuevo día. Entraron vestidos como si fueran operarios de obra -chaleco amarillo, claramente “trabajando”-, usaron una cesta elevadora de mobiliario, entraron por una ventana del ala del Sena, arrancaron dos vitrinas de joyas históricas de la galería llamada Galerie d’Apollon y se fueron en… ¿moto? Sí, en motos, pero barata. En scooter. Todo en +- 4/7 minutos.
Las joyas robadas no eran bisutería para el día a día. Hablamos de tiaras, collares, pendientes que pertenecieron a la Empress Eugénie, a la Marie‑Louise (esposa de Napoleón) y otras glorias imperiales. Hasta dejaron caer una corona (la del Empress Eugénie) al huir -rota- como para decir “ups, se nos cayó algo”.
Lo mejor: mientras los visitantes estaban contemplando esculturas y cuadros, estos tipos estaban ojeando relojes de seguridad, elevadores, vitrinas… y pensando “hoy toca”. Y nada de forcejeo, nada de caos: entraron, seleccionaron, salieron. Incluso les dieron tiempo para escapar. Según las autoridades, “un equipo que claramente había hecho reconocimiento del lugar”. Y, como diría un castizo: “nos ha jodido mayo con las flores….”
Imagina la escena: los guardias aun sin haberse tomado su café, los turistas confundidos, el altavoz diciendo “cerramos por motivos excepcionales” y afuera scooters baratas encendiéndose en plena mañana parisina. El Louvre se quedó cerrado el resto del día. Obviamente no estaban para tonterías mientras esperaban al inspector Closeau.
En fin, mientras muchos de nosotros perdemos el móvil en un taxi o nos roban un bolso en un descuido, alguien revivió la versión “golpe de cine” de los ladrones en París: chaleco de obra, cesta elevadora, motos, joyas reales. Irónico, ¿no? Por supuesto, para finalizar, los políticos han prometido “recuperar todo lo robado”. Faltaría menos, para eso son políticos, para prometer y no cumplir.
