Pocos son los dirigentes socialistas que se han descolgado públicamente pidiendo un adelanto electoral de las generales para evitar la hemorragia de pérdida de votos que se avecina. García Page y Lambán fueron los primeros. Les siguió aquel que perdió las primarias del PSOE contra Sanchez, Eduardo Madina. Aquellas primarias que, presuntamente, fueron manipuladas por Cerdán, Koldo y compañía, el llamado Club del Peugeot. Tras él, Felipe González. Hoy un par de alcaldes socialistas de peso más, como mínimo, también han puesto el dedo en la llaga.
¿Y Cataluña, qué pasa en Cataluña? Pues que sólo interesa mantener a Sánchez en la Moncloa a los dos partidos nacionalistas que lo sostienen: Junts y ERC. Porque a los propios miembros del PSC “se les está haciendo bola” la situación. Lo de los partidos nacionalistas es obvio: extorsionar a un Psoe debilitado hasta tal extremo es un chollo para seguir pidiendo y exigiendo. Y no quieren que se acabe. Se sienten cómodos con la situación y son felices, aunque también reconocen que su electorado nacionalista puede “infectarse” de tanto amiguismo con el PSOE y traspasar el voto hacia versiones menos comprometidas con Sánchez como lo es el partido de Silvia Orriols, con un lenguaje tan claro y diáfano que está robando mandos intermedios a ambas formaciones políticas día sí y día también.

Los socialistas catalanes, por un lado, tienen claro que perder el gobierno de España les restaría privilegios a medio y largo plazo pero, a la vez, también consideran que alargar esta situación no va a ser bueno para la municipales del 2027 o para unas generales que se pueden alargar hasta finales del 26 o principios del 27. Y ya no digamos para las próximas autonómicas. El goteo diario desde los medios de comunicación (ahora hasta “los suyos” están sacando toda la suciedad) podría mermar mucho su expectativa en votos de tal modo que “regalaría” votos y escaños a sus oponentes directos: PP y Vox por un lado (generales) y Junts y ERC en las catalanas. En Cataluña, en ningún caso, salen los Comunes de Colau reforzados con esa situación.
Si Pedro Sánchez se enroca todos los socialistas perderán. Ese es análisis del equipo de Illa que, como todos los barones próximos a Sánchez, cruzan los dedos por una solución rápida y valiente. Pero, en su caso concreto, el socialismo catalán puede perder representación y puede perder mucho dinero y puestos de trabajo a sus muchísimos colocados.
A cambio de dejar caer a Sánchez y adelantar elecciones, los socialistas catalanes deberán aprender a sufrir en la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona la falta de mayoría suficiente, pero aquí las cosas estarían más claras: los nacionalistas, de tanto apretar, se pueden quedar sin presencia en organismos ni empresas públicas o semi privadas como hoy en día y sin posibilidad de otra mayoría política o adelanto electoral… Porque al PP, no seamos ingenuos, le interesa (y mucho) que Illa siga en la Plaza de Sant Jaume en lugar de un Puigdemont cualquiera.