Educación

¿Quién hace qué en Educación?

Un año más, las escuelas e institutos de nuestro país han cerrado sus puertas. Un curso más, los trabajadores de la enseñanza pueden recuperarse de su agotadora y nunca suficientemente agradecida tarea. En sus manos está el futuro del país. Sobre sus hombros dejamos caer la responsabilidad de cuidar y formar a nuestros hijos e hijas. Y no debería ser así. Al menos, no exactamente así. Desde que en Cataluña el Gobierno de turno decidió cambiar el nombre del Departamento de Enseñanza por el de Departamento de Educación, las cosas han cambiado mucho.

Manosear la Educación está saliendo cara a nuestra juventud
photo_camera Manosear la Educación está saliendo cara a nuestra juventud

¡Qué buenos tiempos cuando los niños venían educados de casa! 

Ahora, la sociedad y las instituciones descargan todo el peso de la educación en el personal docente y no docente de los centros educativos. Así, en el horario escolar (que no ha variado en número de horas) se imparte: educación en valores, educación para la paz, educación vial, educación para la salud, educación sexual, educación ética (y en algunos casos religiosa), educación alimentaria, educación para la higiene diaria, educación contra el maltrato machista, educación contra el racismo, educación para la igualdad LGTBI+, educación emocional... ¡y aún me dejo alguna!

El personal docente y no docente hace lo que puede con lo que tiene y lucha a diario por poder hacer dignamente su trabajo.

¿Y entonces, qué hace el Departamento?

Por supuesto, y como buenos políticos que son, lo primero que hace el Departamento es crear coordinaciones, delegaciones, comisiones, mentorías y cargos y más cargos intermedios para controlar, gestionar, programar, diseñar y un largo etcétera de verbos que al final acaban recayendo sobre los hombros del personal docente y no docente. El organigrama del Departamento es inacabable en cuanto a personal técnico, que no penséis que cobrará el sueldo de un maestro de escuela.

La segunda tarea que debería hacer el Departamento sería dotar de los recursos personales, económicos y de otra índole que quienes están en primera línea necesitan para llevar a cabo su misión.

¡Pues no! Los recursos, si llegan, lo hacen con cuentagotas, y hoy te los dan y mañana te los quitan. Normal, si se tienen que gastar tantos recursos en el personal interno del Departamento...

Y la tercera función sería la de dirigir la enseñanza (o educación, como ahora se dice) y marcar el camino con objetivos claros y currículos estables y de probada eficacia, acompañando con un sistema evaluativo razonable y que valore el esfuerzo y el trabajo realizado; de manera que se garantice el éxito.

¡Pues tampoco!

El currículo cambia constantemente y cada vez es más enrevesado y "posmoderno", siguiendo las pautas metodológicas marcadas por entidades privadas y subvencionadas (Innovamat y Fundación Bofill) que elaboran programas experimentales basados en pseudociencia y que se aplican en la mayoría de centros de Cataluña con resultados nefastos: indisciplina, abandono escolar, niveles académicos paupérrimos y los peores resultados jamás vistos en los baremos internacionales y nacionales de evaluación.

Es cierto que muchos docentes y equipos directivos se han deslumbrado con estas "nuevas maneras de enseñar" y han caído en la trampa sin medir las consecuencias.

La tercera pata corresponde al alumnado

Este cada año está más confundido. Ahora libros, ahora no. Ahora pantallas, ahora no. Ahora letra ligada, ahora no. Ahora un maestro, ahora siete u ocho. Ahora con los mismos compañeros de aula, ahora grupos multi-edad. Ahora me exigen, ahora no. Ahora me hacen una prueba escrita, ahora no. Ahora trabajo por rincones, ahora por talleres, ahora busco en Internet, ahora hago teatro, ahora una fiesta, ahora una salida lúdica. Ahora necesito saberme las tablas de multiplicar, ahora me las dan escritas o multiplico con regletas.

Y se van sumando desacuerdos con el saber y la memoria, y cada día el desinterés por aprender es mayor. El esfuerzo les cansa y no ven que tenga ninguna recompensa. Es mejor tumbarse y dejar que todo pase. ¿Quién no se apuntaría ante tal desbarajuste?

¿Y cuando se aburren, qué pasa? Indisciplinas que no tienen ninguna consecuencia, por lo que estas aumentan exponencialmente, especialmente en la adolescencia, que es cuando el jovencito o jovencita quiere marcar territorio.

Y si añadimos el daño que están haciendo las redes sociales... ya ni te cuento.

Y aún nos queda la cuarta pata implicada: las familias

La mayoría han desertado de su función principal, que es la de educar a sus hijos e hijas. Escuchando el runrún social se sienten liberadas de esta función porque "para eso pagan sus impuestos, es decir, para llevar a los niños a la escuela para que los eduquen". Es como tirar los papeles al suelo porque como pago impuestos ya vendrá el barrendero a recogerlos.

Y las familias de buena voluntad y responsables, que mínimamente educan a sus hijos (que también las hay), se encuentran con el hándicap de que no saben cómo ni en qué pueden ayudar en sus aprendizajes. No entienden las "nuevas" matemáticas, ni que no les manden deberes a casa ni siquiera hacerles leer un rato (no sea que se cansen). Tampoco entienden de proyectos, ni de cajas de aprendizaje, ni de talleres, ni de...

Entonces desisten a medida que los niños se hacen mayores, y como al final las "notas" siempre son buenas (siguiendo las teorías wokes), pues... "quien día pasa, año empuja".

Y ante todo esto... ¿haremos algo o seguiremos directos al barranco?

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