¿Qué pensaría San Isidro del Madrid que hoy celebramos en su nombre?
Probablemente se alarmaría al ver cómo la ciudad se ha ido alejando de todo aquello que él representaba. Calles atestadas de coches, contaminación que enrarece el aire, zonas verdes desapareciendo a un ritmo vertiginoso bajo cemento, ladrillo y asfalto. Proyectos faraónicos que priorizan el espectáculo y el beneficio a corto plazo, mientras el futuro sostenible de Madrid sigue sin hoja de ruta clara.
En un Madrid donde los árboles se talan con más rapidez de la que se plantan, donde no hay un plan ambicioso de renaturalización urbana, donde la prioridad parecen ser los macroeventos y no los parques, San Isidro probablemente caminaría triste por los rincones de la Casa de Campo preguntándose: ¿Dónde están los huertos urbanos, los proyectos de ciudad verde, los caminos peatonales bien cuidados, los barrios respirables?
Seguramente le dolería ver cómo los barrios del sur siguen teniendo menos zonas verdes que el norte, cómo se habla de sostenibilidad más como eslogan que como convicción. Porque él, que vivió con poco, sabía bien que una ciudad justa y sana no se construye con grandes titulares, sino con decisiones valientes y humildes que piensan en el bien común.
Y quizás, fiel a su carácter, no alzaría la voz, pero se pondría manos a la obra. Plantaría árboles, recogería residuos del río, ayudaría a una vecina a montar un jardín comunitario, escucharía con respeto a los jóvenes que protestan por el cambio climático.
El gobierno municipal, sin embargo, parece seguir mirando hacia otro lado. Madrid necesita más que declaraciones y parches: necesita una transformación verde real, una política medioambiental decidida, valiente y transversal. Una ciudad que deje de ser hostil con los peatones, que apueste por el transporte limpio, por la recuperación de la naturaleza en el entorno urbano, por el bienestar de sus ciudadanos más allá de intereses partidistas.
Hoy, más que nunca, haríamos bien en preguntarnos: ¿qué haría San Isidro? ¿Qué ciudad le gustaría ver si caminara por la Gran Vía o por Pinar del Rey?
Quizá la respuesta esté en recuperar lo esencial: respeto por la tierra, sentido común, amor por lo que se cuida. Y eso, lamentablemente, no parece estar entre las prioridades de este Ayuntamiento.