Una de las grandes propulsoras de los derechos de las mujeres y olvidada por el franquismo y el feminismo democrático

Mercedes Formica: la abogada que reformó el franquismo desde dentro

Publicado en Revista Trocha, septiembre del 2025. Escrito por Alfonso Bernad

Falangista, jurista, escritora y feminista atípica, Mercedes Formica-Corssi Hezode logró modificar el Código Civil de 1889, mal llamado franquista, en 1958 para proteger a las mujeres. No olvidemos que nuestro Código Civil tomó como modelo el Código Civil de los franceses del año 1804, en cuya redacción intervino directamente el propio Napoleón Bonaparte, que si bien fue muy liberal en muchos aspectos (como la contratación), en materia de “Derecho de familia” no tuvo ningún inconveniente en afirmar, ante la comisión que estaba redactando el “Code”, que “la naturaleza había hecho de nuestras mujeres nuestras esclavas”. Mensaje para los afrancesados y sus nostálgicos seguidores y reivindicadores.

Mercedes Formica, en sus últimos años, en una presentación de uno de sus libros. jpeg
photo_camera Mercedes Formica, en sus últimos años, en una presentación de uno de sus libros. jpeg

La historia de Mercedes Formica ha sido silenciada por su incomodidad ideológica. Hoy, su figura reaparece como símbolo de una lucha jurídica y vital por la dignidad femenina que el liberalismo napoleónico había escarnecido y el franquismo obviado.

La Ley de 24 de abril de 1958 supuso la reforma más importante del Código Civil desde su promulgación en 1889. Redactó de nuevo “sesenta y seis artículos”, afectando a importantes instituciones civiles, a saber:

- Capacidad general de la mujer.

- Matrimonio (acomodando el Código Civil al Concordato de 1953).

- Régimen matrimonial de bienes y capacidad de la mujer casada (entre otras cosas, se restringen las facultades del marido en la disposición de bienes gananciales).

- Adopción.

- En la sucesión “mortis causa”, capacidad de la mujer para ser testigo en testamento y ampliación de los derechos legitimarios del cónyuge viudo.

Mercedes Formica en su domicilio madrileño, 1953.
Mercedes Formica en su domicilio madrileño, 1953.

De “la Exposición de Motivos” transcribo lo siguiente:

"Nota común a los Códigos Civiles elaborados en el pasado siglo XIX fue dedicar mayor atención a los aspectos económicos y patrimoniales que a los puramente personales. La presente ley [...] se preocupa ante todo del aspecto personal para consagrar un mayor respeto a la libertad de contraer matrimonio; para mejorar la situación jurídica del adoptado y para liberar a la mujer de ciertas limitaciones en su capacidad. No se han omitido, sin embargo, los aspectos patrimoniales que, por lo demás, eran de obligada consideración; pero siempre sin olvido de la primacía de los valores de la persona". Esto supuso apartarse del ideal napoleónico que inicialmente hizo suyo nuestro Código Civil. La mujer pintaba poco. Hasta que llegó Mercedes Formica.

Nacida en Cádiz el 9 de agosto de 1913, Mercedes Formica fue una de las primeras mujeres en estudiar Derecho en España. Licenciada en la Universidad Central de Madrid, se colegió en 1950 y desde entonces ejerció como abogada en una sociedad donde el sistema legal apenas reconocía los derechos de las mujeres. Fue también novelista y articulista prolífica. Su experiencia vital —marcada por el divorcio de sus padres y una infancia bajo la sombra de una familia tradicional— la convirtió en una jurista con fuerte conciencia social.

Afiliada a Falange en los años 30, participó en la fundación del SEU femenino y defendió inicialmente el proyecto revolucionario del falangismo. Sin embargo, pronto se distanció de la línea oficial, denunciando públicamente la fusión entre falangistas y tradicionalistas que promovió Franco: "una amalgama monstruosa"*. Desde entonces, ocupó un lugar incómodo, ajena tanto a la ortodoxia franquista como a la izquierda antifranquista.

En 1953 publicó en “ABC” un artículo titulado "El domicilio conyugal", que denunciaba un caso de violencia extrema contra una mujer: Antonia Pernia Obrador, apuñalada por su esposo tras un proceso judicial que la desprotegió por completo. El texto causó un impacto inmediato. Formica señalaba las grietas legales que permitían la impunidad del maltrato bajo la apariencia de normalidad.

Mercedes Formica (i) y el editor Jose Manuel Lara (c) presentando un libro de Torcuato Luca de Tena en Madrid, 1983.
Mercedes Formica (i) y el editor Jose Manuel Lara (c) presentando un libro de Torcuato Luca de Tena en Madrid, 1983.

Aquella columna abrió una grieta en el Código Civil, hasta entonces blindado por la moral patriarcal del régimen. Fruto de esa presión pública y de su constante trabajo jurídico y parlamentario, 66 artículos del Código Civil fueron reformados en abril de 1958. Se eliminaron conceptos como el "depósito de la mujer", se reconoció la figura del domicilio conyugal en lugar de la "casa del marido", y se ampliaron los derechos patrimoniales y de custodia de las madres. También se revisaron preceptos sobre el adulterio, que penalizaban en mayor medida a las mujeres que a los hombres, introduciendo una noción más equitativa —aunque aún imperfecta— de justicia conyugal.

Entre las modificaciones destacadas, se incluyó la posibilidad de que la mujer separada pudiera administrar bienes propios y de sus hijos sin necesidad de autorización judicial ni tutor varón. Se permitió también que las mujeres pudieran conservar la patria potestad en caso de abandono del hogar por parte del marido, algo inaudito en la legislación española hasta entonces.

Estas reformas no fueron totales ni rompedoras en un sentido revolucionario, pero sentaron las bases para una paulatina transformación jurídica que influiría decisivamente en la legislación de la década de 1970. El trabajo de Formica fue, así, el punto de inflexión entre un modelo civil de mujer tutelada y otro, aún en construcción, de mujer sujeto de derecho.

Pese a sus logros, la figura de Mercedes Formica fue sistemáticamente excluida del canon feminista y del reconocimiento institucional. Su adscripción inicial a Falange, aunque posteriormente crítica, la dejó en tierra de nadie. El feminismo posterior la ignoró por "reaccionaria"; el franquismo nunca la perdonó del todo por sus reformas. Su nombre desapareció de los manuales, sus libros fueron descatalogados y sus memorias apenas se reeditan.

Solo en años recientes —gracias a historiadoras y editoriales independientes— su figura ha comenzado a ser recuperada como lo que fue: una abogada con perspectiva de género antes de que ese término existiera, una mujer que modernizó el Derecho desde dentro y una voz que denunció el patriarcado sin abandonar del todo sus creencias católicas y nacionalistas.

Portada de uno de los libros publicados por Mercedes Formica
Portada de uno de los libros publicados por Mercedes Formica

Mercedes Formica no solo reformó leyes: educó legalmente a las mujeres de su tiempo. En artículos, ponencias, columnas de prensa y entrevistas, explicó con claridad procedimientos judiciales, derechos básicos y formas de defensa ante abusos. Su compromiso fue pedagógico y profundo: quiso hacer del Derecho una herramienta útil, accesible y transformadora para mujeres que hasta entonces eran consideradas legalmente menores de edad.

Como jurista, fue meticulosa. Como mujer, fue valiente. Y como escritora, dejó un legado donde la inteligencia se combinaba con la sensibilidad por las historias reales que encontraba en su despacho, algunos artículos los firmaba bajo el seudónimo de Elena Puerto.

El feminismo español del siglo XXI tiene una deuda pendiente con Mercedes Formica. Su vida nos recuerda que las reformas también pueden llegar desde el corazón del sistema que se quiere cambiar, y que toda lucha por la dignidad necesita tanto convicción como conocimiento. Mercedes Formica lo tuvo todo, incluso la lucidez para saber que su legado tardaría en ser reconocido.

Falleció en Málaga el 22 de abril de 2002, a los 88 años.

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