En la Revista del Valles, del 14 de junio de 1997, leemos que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que reabrió el caso ante la aparición de nuevas pruebas incriminatorias contra Agustín Mariscal Espino, un antiguo amigo de la familia detenido como presunto autor de la muerte de la joven peluquera, detenido y puesto en libertad bajo fianza.
La joven, de 19 años, apareció muerta en una carretera local después de desaparecer una noche, cuando volvía a casa desde su lugar de trabajo. Fermina González salió el 13 de octubre de 1988 de la peluquería y nunca llegó a su casa. Durante dos días se la buscó. Se encontraron sus zapatos en la carretera que une las poblaciones de Sant Celoni y Olzinelles. A ocho kilómetros del lugar donde aparecieron los zapatos encontraron el cadáver. Después de meses de investigación, no se encontró ninguna pista que pudiera llevar al autor del crimen.
Dos años después las pesquisas policiales centraron su atención en un viejo amigo de la familia, Agustín Mariscal Espino. Se contrató a un detective privado, que encontró indicios para acusarlo. A este lo detuvieron en 1992 y lo encerraron en la cárcel Modelo. Siempre negó las acusaciones y, meses después, lo dejaron en libertad bajo fianza. Un juzgado de Arenys de Mar dictó el sobreseimiento provisional del caso. Los padres, Antonio González y Antonia Álvarez, contrataron a un nuevo detective. Estas volvieron a inculpar al amigo de la familia. A pesar de todo ello, 37 años después de su asesinato, el caso sigue sin ser resuelto.
Paralelamente a las investigaciones policiales y de detectives privado, hubo dos juicios a medios de comunicación. La primera es del 12 de marzo de 1990, por el Juzgado de Primera Instancia número 20 de Barcelona. En aquella ocasión la demanda presentada era contra el programa “L’Informatiu” de Televisión Española en Cataluña. El 23 de octubre de 1988 el espació difundió la siguiente noticias sobre el asesinato de la joven…
“El caso de Fermina González, que apareció muerta la pasada semana en Sant Celoni, puede tener un cambio importante. Un miembro del Ayuntamiento ha confirmado que el análisis del cadáver indica que puede ser que la joven consumiese estimulantes desde hacía tiempo, y que se encontraba muy mal. Las investigaciones se centran en quién dejó abandonada a Fermina González al lado de la carretera sin conducirla a un hospital, a pesar del mal estado en que se encontraba”.
El Juzgado fundamentó la intromisión ilegítima en la “falta de rigor en la confección de la noticia”, que provocó “en la conciencia social que se relacionara a Fermina González con el mundo de la droga”, y en “la ausencia de veracidad de los hechos informados”, constatada tanto a partir del informa de la autopsia -realizada el día 17 de octubre- y del dictamen del Instituto Nacional de Toxicología, como las manifestaciones del Alcalde de Sant Celoni indicando que había informado a “L’Informatiu” que “no había relación con la droga en la muerte de Fermina”. Condenaron a Televisión Española de Cataluña a difundir la sentencia y al pago de 3.000.000 de pesetas, como indemnización por daños morales. En 1996 el Tribunal constitucional decidió desestimar el recurso de amparo interpuesto por Televisión Española en Cataluña.
Otras informaciones afirmaban que se descartaba el asesinato, pues el cuerpo de la joven no tenía navajazos ni había sido violada. Incluso 5.000 vecinos de Sant Celoni se manifestaron solicitando la aclaración del caso. A pesar de todo ello, el misterio siguió sobrevolando la muerte de Fermina González Álvarez.
El 6 de junio de 1997 el programa “Cas Obert” de TV3 emitió un programa titulado “El caso de la peluquera de Sant Celoni”. Participaron los padres y dos detectives. Los padres afirmaban que consideraban culpable del asesinato a Agustín Mariscal Espino. También ratificaron esas palabras los dos detectives privados. Durante la emisión se proyectó en el estudio una imagen en blanco y negro del presunto asesino. Se puso una demanda civil de protección del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Esta fue desestimada por el Juzgado de Primera Instancia número 2 de Sant Feliu de Llobregat, el 30 de noviembre de 1998.
Se interpuso un recurso de apelación, que también fue desestimado por sentencia de 11 de diciembre de 2001 por la audiencia Provincial de Barcelona. A todo ello se interpuso un recurso de casación, que también fue negativo, en sentencia del 5 de julio de 2006, por la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo.
La Revista del Valles entrevistó a Agustín Mariscal, publicada el 21 de mayo de 1994 y firmada por Jordi Purtí. Sobre los hechos declaró que “la gente ha hablado mucho de mí, pero yo no soy ningún criminal, mi conciencia está muy tranquila y le aseguro que puedo ir dentro y fuera del pueblo con la cabeza muy levantada, lo mismo que mis hijos que han sido señalados con el dedo por un atajo de sinvergüenzas. Conmigo querían coger a un cabeza de turco, lo mismo que hubieran podido hacerlo con cualquier otro. Cuando salí de la cárcel, la tortilla se giró y mucha gente ya pensaba diferente”.
Al ser preguntado dónde estaba ese día contestó que “trabajando en Prodesfarma hasta las doce de la noche. Tengo a los trabajadores como testigos. Yo no he podido matar a esa chica si dicen que se la llevaron a las ocho de la noche”. ¿Qué ocurrió ese día? Como se pudo leer en la Revista del Valles el 22 de octubre de 1998...
“El pasado jueves día trece, a las ocho de la noche, dejaron la peluquería como cada día. Habitualmente Antonio González, padre de Fermina, iba a recogerla con el coche; aquel día Antonio tenía el turno de noche y no pudo ir a buscarla -¿casualidad, o es que el asesino conocía esa circunstancia?-. Las tres chicas salieron a la calle con dirección a sus respectivos domicilios. Cada una cogió una dirección distinta. Fermina cogió la suya; desde hace unos meses vivía en una bonita vivienda unifamiliar construida en el número 32 de la calle Marinada, lejos del centro urbano, allí donde la ciudad empieza a ver el campo. Fermina no tenía que realizar ningún recado, pero la chica no llegó a las 8,15 a su casa, como cada día hacía con una puntualidad cuasi germánica. A las nueve de la noche Antonia, la madre, comienza a impacientarse por la tardanza de su hija. Llama a la peluquería creyendo que se trata de un retraso provocado por algún cliente rezagado. Cuando se entera de que su hija no está en la peluquería, la mujer pasa de la impaciencia a la preocupación: Las noches más angustiosas de la familia González habían dado comienzo”.
Han pasado 37 años desde la muerte de Fermina González Álvarez y, aún hoy, se desconoce quién fue el culpable, o bien de abandonarla a su suerte o asesinarla. Muchas preguntas siguen abiertas y, tal vez, nunca serán contestadas. Un misterio más y otro crimen “perfecto” sin resolver.