Ante la actitud del president del Parlament frente a su intervencionismo contra los discursos de Vox o Aliança Catalana

Alejandro Fernández (PP) da un toque a Josep Rull y señala que se equivoca

El domingo el líder del Partido Popular catalán, Alejandro Fernández, cargó contra Josep Rull, presidente de la Cámara catalana, a través de un mensaje publicado en la red social X. Según Fernández, Rull “se equivoca gravemente en su enfoque sobre los discursos de Vox y AC”.

Alejandro Fernandez en el Parlament
photo_camera Alejandro Fernandez en el Parlament

Fernández sostiene que en el hemiciclo “el único límite en el debate parlamentario es la ley, no su personal criterio sobre lo que es o no ofensivo”. Agregó que “no puede ser que Rull se pase cada pleno interrumpiendo a los oradores”.

Además, Fernández apuntó que cuando un discurso incurre en “calumnias, injurias u otro delito contra el honor”, corresponde acudir a los tribunales. “A mí me han llamado de todo desde el atril del Parlament, y no me paso el día lloriqueando como un preescolar”, apuntó Fernández.

Contexto e implicaciones

La disputa gira en torno al papel de la presidencia del Parlament y cómo ésta regula los turnos, las intervenciones y la línea entre lo que es debate parlamentario legítimo y lo que puede considerarse discurso ofensivo.

Alejandro Fernández defiende una concepción más liberal y abierta del debate parlamentario —donde la ley marca el límite— frente a lo que considera una actuación más intervencionista por parte de Rull.

El choque también evidencia las tensiones políticas que existen en el Parlament catalán, no sólo entre formaciones de distinto signo, sino también en la propia función de moderación del presidente de la cámara.

¿Qué está en juego?

La forma en que se interpreten los límites del discurso político en el Parlament puede afectar tanto al funcionamiento del órgano como a la percepción pública de su legitimidad. El incidente pone de relieve hasta qué punto los roles institucionales pueden ser objeto de crítica política, y cómo los representantes pueden interpretar de forma muy distinta la función de esos roles.

Además, la mención explícita de formaciones como Vox y AC sugiere que las reflexiones no sólo son de naturaleza procedimental, sino fundamentalmente ideológica: ¿qué discursos deben tener espacio? ¿cuál es el rol del moderador? ¿Puede un sistema de libertades como el español (y catalán) basarse en lo que le guste o disguste al presidente de la cámara a su libre albedrío cuando no es de su agrado personal?

La realidad es que Rull debe cambiar de postura y empezar a ser más permisivo y abierto. Y, sobre todo, darse cuenta que tras 40 años de “ordeno y mando” y auto-otorgarse el papel de cuidadores del “pensamiento único catalán” existen otros partidos, otros pensamientos y otras políticas que no tienen que ver con las de Convergència /Junts.

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