OPINIÓN

El precio del poder: una reflexión sobre la degeneración política

En tiempos donde la coherencia ideológica parece un lujo y la lealtad partidista una moneda de cambio, el caso de Adrián Vázquez Lázara, antes liberal, ahora conservador, se convierte en un espejo incómodo para la sociedad. Su trayectoria, marcada por un perfil discreto, pero estratégicamente ubicado, revela mucho más que una evolución política: expone las grietas de un sistema donde el sillón pesa más que los principios.

El día que Adrián Vázquez y la directiva de C,s anunció su renuncia a presentarse a las eklecciones del 23J
photo_camera El día que Adrián Vázquez y la directiva de C,s anunció su renuncia a presentarse a las elecciones del 23J

De liberal a conservador: ¿convicción o conveniencia?

Vázquez fue durante años uno de los rostros institucionales de Ciudadanos, partido que defendía una visión liberal y europeísta. Como secretario general, intentó sin éxito una coalición con el Partido Popular para las elecciones catalanas y europeas. Tras el fracaso de esa unión, dimitió de sus cargos y, poco después, fue acogido por el PP como número 10 en sus listas para las elecciones europeas de 2024.

¿Cambio de ideales o cumplimiento de una misión? Algunos observadores ven en su salto al PP no una evolución política, sino una estrategia calculada para desmantelar Ciudadanos desde dentro, facilitar su absorción y mantener su “sillón”. La coincidencia entre su dimisión y el anuncio de su candidatura por el PP alimenta esa sospecha.

El arte de desaparecer sin dejar huella

Ciudadanos, que alguna vez aspiró a ser el centro político español, terminó por no presentarse a las elecciones generales de 2023. La figura de Vázquez, que lideró la refundación del partido y defendió la coalición con el PP, aparece como clave en ese desenlace. ¿Fue un intento sincero de salvar el espacio liberal o una maniobra para despejar el camino al conservadurismo?

Su incorporación al PP fue celebrada por los populares como parte del “reagrupamiento del constitucionalismo”. Pero para muchos afiliados y votantes de Ciudadanos, fue una traición. ¿Qué queda de los valores que decía defender?

¿Qué nos dice esto como sociedad?

El caso de Adrián Vázquez no es único, pero sí paradigmático. Nos obliga a preguntarnos:

  • ¿Qué valor tienen hoy los principios en política?

  • ¿Es legítimo cambiar de partido si se mantiene la coherencia ideológica?
  • ¿O estamos ante una política de supervivencia, donde el cargo lo justifica todo?

La degeneración política no se mide solo en escándalos o corrupción. También se manifiesta en la pérdida de credibilidad, en el oportunismo disfrazado de pragmatismo, y en la normalización de estrategias que sacrifican la confianza ciudadana por réditos electorales.

Políticos como Adrián Vázquez Lázara, me dan vergüenza, ¿y a tí?

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