El Partido Popular lleva años sin levantar cabeza en este aspecto; su comunicación, más que de un partido que aspira al gobierno, parece de un partido sin experiencia o conocimiento de los medios y formas en los que hoy se mueve la comunicación, esos donde una imagen vale más que mil palabras, esos donde el mensaje debe ser directo y claro, esos donde la credibilidad se gana manteniendo coherencia.
Este domingo 8 de junio hemos asistido a un quiero y no puedo de Alberto Núñez Feijóo en la Plaza de España de Madrid. Una manifestación y una intervención del líder del Partido Popular en la que los medios y un importante número de ciudadanos habían puesto la atención.
Después de los discursos de carácter “nacionalista”, basados en el españolismo, del alcalde de Madrid y la presidenta de la Comunidad de Madrid, y una consecución de verdades de ambos para describir lo insoportable que se hace hoy en día para España seguir soportando un gobierno del Partido Socialista, y más presidido por Pedro Sánchez, cuando el clima y la expectación de ese acto estaban en lo más alto, se ha subido al escenario, recubierto con una moqueta de color azul, azul PP, Feijóo. ¿Para qué? Para volver a dejar al descubierto las debilidades del Partido Popular y de su líder, para desaprovechar la oportunidad de oro que el propio Pedro Sánchez y el PSOE le están brindando para, de verdad, ser el próximo presidente del Gobierno de España y revertir esta situación insoportable.
Sus principales errores hoy no son muy distintos de los cometidos por Casado: errores de principiantes en esto de la política.
No mantener la coherencia en el mensaje. Quieres convocar a todos, militantes o no del PP, quieres hacer de este acto un hito de referencia que muestre el hartazgo real de una inmensa mayoría de los ciudadanos y, por tanto, una vía de unidad necesaria y la comunicación dice lo contrario. Una imagen que vale más que mil palabras: dices que has pedido que no sea un acto del PP y toma, foto encima de la moqueta color azul PP, con una bandera del PP detrás. ¿Hay alguien que sepa de comunicación en Génova? Y lo que es peor, ¿hace alguien caso en Génova a Feijóo?
Esta semana ha sido una para demostrar, más que nunca, cómo Pedro Sánchez, gracias a la torpeza del PP, maneja la comunicación política. Una semana entera hablando de la conferencia de presidentes, de si Ayuso se saldrá o no de la reunión, del pinganillo, de si no hay unidad en el PP entre sus barones. ¿De verdad? Con la que tenía que estar cayendo encima de Pedro Sánchez, ¿cómo se puede ser tan torpe de restarle el protagonismo a los casos de corrupción, a la rueda de prensa de la fontanera, etc.? Insisto: ¿hay alguien en Génova que tenga clara la estrategia y su comunicación? Una vez más, ese error que siempre sale de la boca de los mediocres o no conocedores de comunicación: “que se hable de mí, aunque sea mal”.
Feijóo hoy ha apelado por la responsabilidad de todos para quitar del poder a Pedro Sánchez. ¿Cómo puede atreverse a apelar a nadie cuando él no es capaz ni de cumplir con sus responsabilidades? Estaba convencido de que en ese escenario que se había creado para un acontecimiento único, Feijóo comunicaría que, a pesar de saber que no cuenta con los apoyos necesarios a fecha de hoy, presentaría una moción de censura apelando al sentido común de diputadas y diputados afines a ciertos barones del PSOE, que ya demuestran públicamente su preocupación por la situación. Ya sabía Feijóo, y sabemos todos, que esa moción de censura está perdida antes de presentarla, pero todos los días hay que poner en evidencia, a pesar del posible coste político, que este gobierno es una mafia, como el PP denomina. El juego de poli bueno, poli malo, de Page y Sánchez es una estrategia. Este gobierno está en manos de los separatistas y nacionalistas que solo le sacan más y más concesiones solo porque mantienen en el poder a Sánchez. Y que, a la izquierda del PSOE, desde que han tocado moqueta de la de verdad, no la azul del PP, calla y es cómplice de la corrupción del gobierno y del desmantelamiento en la división de poderes, por tanto, del orden democrático.
Cuando alguien busca la victoria, ya sea en política, en la empresa o en el deporte, debe de tener muy clara su meta, siendo la de Feijóo llegar a la Moncloa. Pero para ello se debe de tener ese mecanismo de persuasión a uno mismo para creerse que conseguirá el triunfo. Además, en política y en democracia, esa capacidad de persuasión a uno mismo debe extenderse hacia esa parte de la ciudadanía que te tendrá que votar, si quieres el triunfo. Me cuesta tanto identificar si la incapacidad de persuasión de Feijóo es sobre persuadir a él mismo o a los ciudadanos. Pienso que probablemente sea en ambos lados donde su poder de convicción esté mermado.
Tal vez una de las mayores escenas de persuasión, en aquellas que puede tener relación con las relaciones interpersonales, es el descruce de piernas de Sharon Stone en la película Instinto Básico. Ya sería hora de que Feijóo descruzara los brazos que tiene ahora cruzados, levantara las manos y empezara a persuadir, pero para eso hay que tener dos cosas: capacidad de liderazgo y capacidad de acción. ¿Tiene Feijóo estas capacidades?